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Cuidándonos: Aprender a Protegerse y Crecer en las crisis y adversidades.

Por Dr. Jorge Albin. / Médico Psiquiatra.

 

Cómo hacemos las personas que estamos en contacto con el dolor, el sufrimiento, el fracaso, la enfermedad, el deterioro, la marginalidad, la pobreza, el desamparo, la injusticia, para mantenernos en pie, ser lo suficientemente sensibles como para que nos acerquemos a esta problemática con eficiencia y lo suficientemente fuertes como para mantenernos sanos, fuertes y realizarnos en “nuestras vidas”.

Nuestros encuentros con la realidad son a veces dificultosos. Nuestra mente y nuestro cuerpo se ven conmocionados. A esta reacción psico-corporal, la denominamos emoción y a la percepción e interpretación de esas señales corporales las llamamos sentimientos.

Una de las emociones que pueden desencadenarse al estar en contacto con personas adictas y sus familias, es de alguna manera “absorber” el dolor y el sufrimiento de los que están viviendo esta situación. Es conocido el efecto en el sistema nervioso. Ser testigos de un evento traumático, ocasiona efectos similares que los protagonistas de situaciones estresantes.

Definimos Estrés desde el punto de vista psicológico, siguiendo a Lazarus, como: “Una relación entre el individuo y el entorno, que es percibido por este como amenazante y que desborda sus recursos para afrontarlo, afectando su bienestar”.

Siguiendo con esta línea vamos a seguir definiendo términos que son útiles para abarcar este tema Afrontamiento: conjunto de recursos cognitivo-conductuales desarrollados para manejar las demandas externas e internas, evaluadas como desbordantes de los recursos del individuo.

El Afrontamiento puede dividirse en acciones:

  • Directas: dirigidas al problema.
  • Indirectas: dirigidas a la regulación de la reacción personal.

Veremos adelante qué podemos hacer para crecer en nuestros recursos de afrontamiento.

Desde el punto de vista orgánico-biológico, el estrés es un conjunto de reacciones coordinadas por el sistema nervioso que preparan al individuo para reaccionar ante situaciones potencialmente dañinas.

Es así que tenemos que dar cuenta de los dos fenómenos el psicológico y corporal ambos son interdependientes, simultáneos y complementarios.

Las reacciones biológicas del estrés están regulados por el sistema límbico que es aquella parte del sistema nervioso que regula nuestra vida visceral y emocional.

Van a producir una movilización del cuerpo aumentando la circulación a los músculos para poder ayudar a la defensa o a la huida, van a abrir las pupilas para ver mejor, van a producir “piel de gallina” que en los animales se percibe como erizarse los pelos y aumentar el volumen, aumentan la sudoración para evaporar el calor y disparar olores pertinentes, aumentan el tono muscular, para prepararlo para lucha-huida. Aumentan en la sangre los niveles de azúcar y grasas para que haya más combustible. Aumenta la circulación cerebral para activar posibles soluciones.

Esta reacción psico-corporal tiene un comienzo un desarrollo y un fin, que coincide cuando la situación ha sido neutralizada, luego aparecen una serie de cambios de reparación del sistema nervioso y del cuerpo.

Pero, ¿Qué pasa si esta situación se prolonga en él tiempo y los estresores ambientales persisten sin poder ser neutralizados? Este es el caso que nos ocupa, tanto los pacientes, sus familias y nosotros estamos sometidos a la posibilidad de que existan recaídas, conflictos, frustraciones, idas y venidas. Esto involucra una sobrecarga crónica para el organismo, tanto psíquica como física que lleva al agotamiento de las reservas del mismo. A esto es lo que algunos autores y especialmente Maslach en EEUUU, definió como Síndrome del Burn Out.

El Burn-out consiste en una forma de respuesta a estresores emocionales e interpersonales crónicos en el trabajo.
Consiste en un síndrome de agotamiento, despersonalización y satisfacción laboral reducida.

Desgaste emocional: Falta de energía para afrontar demandas laborales o conflictos interpersonales, así como la percepción de haber agotado reservas psico-físicas. Representa la faceta básica del estrés.

Despersonalización Embotamiento emocional, distancia afectiva y disminución de la empatía en relación a los temas laborales,  pérdida del idealismo de su misión,  pesimismo, escepticismo y desmotivación

Realización Laboral reducida: vivencia de insatisfacción e improductividad laboral, asociado a percepción de incapacidad para afrontar las tareas.

Síntomas

  • Fisiológicos: Cansancio, alteraciones del apetito, dispepsias, diarreas, disfunciones sexuales, contractura muscular, cefalea, hipertensión arterial, insomnio, palpitaciones y arritmias cardíacas, mareos, vértigos, dificultad respiratoria, etc.
  •  Psicológicos: Irritabilidad, ansiedad, rasgos depresivos, labilidad emocional, tristeza y desesperanza, actitudes rígidas e inflexibles, sentimientos de insatisfacción,  embotamiento y distanciamiento emocional.
  • Conductuales: Impulsividad, irritabilidad, conflictos en relaciones interpersonales, ausentismo y dificultades de concentración. Aumento del consumo de café, alcohol, tabaco, y eventualmente psicofármacos y drogas.
    Existen variaciones en la intensidad y duración del cuadro.
    • Leve: ocasional y de corta duración.
    • Moderado: cansancio psico-emocional de mayor duración y profundidad.
    • Grave: síntomas crónicos de agotamiento, despersonalización, frustración, ausentismo y  consumo de sustancias.

La pregunta que abre la posibilidad de autoconocimiento y por lo tanto de afrontar y transitar es:

¿Por qué nos estresamos?

  • Porque nos importa.
  • Porque desarrollamos empatía-compasión.
  • Porque tenemos expectativas de resultados.
  • Porque percibimos nuestros recursos como insuficientes.
  • Porque las demandas son excesivas.
  • Porque percibimos exigencia externa o auto-exigencia excesivas.
¿Por qué nos importa?

Porque estamos motivados para encarar y de alguna manera apoyar, acompañar y sostener a personas con esta problemática. Esto tiene que ver, con nuestro valores, creencias y también con el concepto de percepción de autoeficacia.

¿En qué consisten los fenómenos de empatía y compasión?

La empatía es la capacidad de percibir las emociones y sentimientos de los demás con escasa diferencia entre uno y otro.

La compasión es la preocupación por el bienestar del otro.

Uno y otro pueden estar presentes o pueden estar disociados.

Puede ser que debamos cuidarnos porque el exceso de empatía y compasión nos lleve a agotarnos y a “quemarnos”.

La percepción de recursos insuficientes, propios o del ambiente puede llevar al agotamiento y estrés. La percepción de autoeficacia reducida puede ser previa o inducida por reiteradas frustraciones y resultados.

Es así que la expectativa de resultados entre lo ideal y lo posible tiene que estar muy ajustada en la situación de conducta adictiva dado que los problemas son la regla y no la excepción.

¿Cómo hacemos entonces para manejarnos en ambientes psico-emocionales cargados, para sostenernos y sostener a los protagonistas?

El concepto de resiliencia abarca el proceso mediante el cual se desarrolla una adaptación y aún un crecimiento de la persona al atravesar situaciones de estrés.

El conjunto de recursos que se movilizan son los mismos que se movilizan durante el estrés pero modulándolos de manera  que sostengan un nivel de actividad sin agotar al individuo.

Las situaciones de vulnerabilidad son las que más posibilidades tienen, de provocar una crisis y cambios en el nivel de percepción de uno mismo del ambiente y de los recursos que hasta el momento de la crisis estaban ocultos. 

Desde el punto de vista psicológico la resiliencia consiste en un proceso que tiene que ver con:

  • Aceptación: Principio básico de realidad que indica que lo que pasa es así independientemente de lo justo, apropiado, conveniente o bello.
  • Dotar de sentido a la experiencia: Reflexionar acerca de que podemos aprender de la experiencia que estamos atravesando.
  • Conexión con los propios recursos: Reflexionar acerca de las fortalezas que nos han acompañado en otros momentos difíciles de nuestras vidas y que están latentes en nuestro interior.
  • Conexión con los recursos del entorno: Reflexionar y anotar posibilidades de apoyo. Abrirse a la posibilidad de recibir sostén y contención.
  • Optimismo: Actitud vital que induce una visión positiva aún de los acontecimientos traumáticos.
  • Crecimiento consciente: Aprovechar para investigar y aprender con nosotros mismos nuestras vulnerabilidades y recursos.

¿Cómo hacemos para cuidarnos y sostenernos?

Desde el punto de vista general, cuidando nuestro cuerpo y nuestra salud: Cuidado de la alimentación, sueño, peso, actividad física, controles médicos periódicos, limitación de los tóxicos, vida social y actividad física

¿Cuáles son las actividades que están asociadas a resiliencia-adaptación y modulación positiva del estrés?

La actividad deportiva regular, la psicoterapia, los antidepresivos, el desarrollo de habilidades socio-emocionales en niños, los regímenes de apoyo social a gerontes y la meditación.

Respecto de estas últimas, podemos decir que el desarrollo de prácticas meditativas originadas en oriente hace más de 2500 años ha ido creciendo en los ámbitos académicos y sociales diversos, por la posibilidad de incrementar la auto-regulación y modulación del estrés.

Consisten en general en el desarrollo de una forma particular y profunda de introspección y autoconocimiento, dirigiendo y entrenando la atención hacia la autoconciencia.

La auto-conciencia es uno de las características que definen al fenómeno humano y consiste en la  auto-observación, la auto-evaluación,  la auto- regulación cognitivo-emocional y la autoestima. La atención plena desarrolla todas y cada una de estas modalidades.

Se desarrolla con el tiempo y la práctica una mayor ecuanimidad, apertura y compasión para con nosotros mismos y los demás, disminuyendo el estrés y el miedo.

La auto-regulación es una de los valores que están asociados con el bienestar y la salud psicológica según los autores de la psicología positiva y consiste en la capacidad de autodirección y modulación de la respuesta cognitivo-afectiva.

Al modular la respuesta emocional en situaciones de estrés se ponen en marcha los mecanismos de resiliencia.

La práctica de la Meditación de Atención Plena constituye un recurso valioso en este sentido.

Como conclusiones:

  • Transitamos con frecuencia situaciones problemáticas y complejas.
  • Nuestra unidad cuerpo/mente responde adaptándose y aprendiendo.
  • Podemos desarrollar nuestra capacidad para vivirlas y crecer en el camino.

 


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